Semblanza de Cortegana
El municipio de Cortegana se encuentra dentro del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, al noroeste de la provincia de Huelva (Andalucía) y presenta una extensión de 173,9 km2. Debido a determinados procesos históricos y a unas condiciones ambientales diversas, Cortegana presenta la particularidad de tener un término municipal dividido en dos partes y separado por tierras de Almonaster y Aroche: una, en el propio corazón de la Sierra donde se ubica el núcleo urbano de Cortegana y dos de sus aldeas adyacentes: La Corte y Puerto Lucía, y otra, al sur de éste, en la Sierra meridional y en el Andévalo, donde se sitúan las pedanías de San Telmo y Valdelamusa. El núcleo urbano se levanta al este, con una altitud de 673 metros. La población desciende desde el castillo hacia zonas más bajas. Su término se caracteriza por una topografía accidentada, donde pequeños valles se entremezclan con cabezos y cerros que no llegan a alcanzar en ningún momento los 800 metros de altitud. La parte del término donde se encuentra Cortegana es más abrupta y de mayor altura que la zona de Valdelamusa y San Telmo, que no llega a alcanzar en ningún punto los 600 metros de altitud.
Historia de Cortegana
La etimología de Cortegana resulta controvertida, por cuanto alguno de los autores le atribuyen el origen hispano-latino de Corticus, que alude a la corte o finca, otros Cohorte Aegidiana y otros la Corticata citada por Ptolomeo en sus Tablas de los pueblos Turdetanos de la Bética, que parece ser la primera constancia escrita de la existencia del asentamiento. El nombre evoluciona a través de la época visigótica, donde Cortejan aparece como límite entre la diócesis de Sevilla y Niebla, y musulmana, cuando el geógrafo Al Himyari llama Cartsana. Algunos la han interpretado como Cortegana, o «corte ganada» a los árabes, mientras otros la asocian a la riqueza del corcho o corteza del alcornoque y su importancia de la economía local.
El origen de la población parece remontarse al Neolítico, época de la que proceden numerosos utensilios de piedra encontrados en el término, y en que ya se presentaban como demográficamente importante. En el Calcolítico, hacia el 2500 a. C., se constata la presencia de numerosos poblados en estas tierras: Corteganilla-Hallemans, con numerosos enterramientos en cistas; Alto de la Caba, en el extremo suroeste del término; Cerro del Cojo, al que se superpondrá una fundición en el siglo XVII, y Santa Bárbara, al Suroeste del núcleo principal; y Sierra de Papatortas, al norte del municipio.
De la denominada Edad de Bronce (1500-800 a.C. aproximadamente) conocemos dos enclaves habitacionales: el Cabezo del Hornillo y el Cerro de Berrueco.
En la época romana Cortegana, adquirió un gran protagonismo económico y poblacional, aunque no se había constituido aún ningún núcleo urbano, sino que el poblamiento, dedicado principalmente a las labores agropecuarias, se encontraba disperso en el territorio. No obstante, los mayores beneficios económicos de nuestros antepasados romanos resultaron de las explotaciones mineras y metalúrgicas, tanto de las minas del Andévalo (El Carpio, San Telmo y Herrerías de Confesionarios) donde se extrajo esencialmente el hierro y el cobre, como de las minas serranas, situadas en las riveras del Chanza y de la Alcalaboza, donde se aprovecharon los filones de óxidos de hierro. De este modo, muchos de los asentamientos del territorio corteganés, como Corteganilla, La Gaga o el poblado de Los Andrinos, se especializaron en la metalurgia del hierro, formando parte de los distritos mineros de las dos únicas ciudades romanas de la zona, Arucci y Turobriga.
En época musulmana, Cortegana era cabecera de una de las comarcas de Sevilla. Se rindió primero a San Fernando en 1248 y luego la orden Hospitalaria de Portugal. Disputada por castellanos y portugueses durante el llamado conflicto del Algarbe, quedó finalmente en manos de Castilla por el tratado de Badajoz (1267). En 1253 el repartimiento de Alfonso X la adjudica al alfoz o término de Sevilla y le otorga entonces el título de villa.
Durante la baja Edad Media, Cortegana basa su economía en la vid y los aprovechamientos silbo pastoriles de sus dehesas y montes, administrados comunalmente con Aroche, con el que aún no existía una división municipal.
El castillo de Cortegana se presume de origen bajomedieval cristiano (XIII-XV), al menos así lo confirman todas las evidencias materiales y arquitectónicas estudiadas, pero no podemos desconsiderar una primera edificación islámica, ni tampoco una población, posiblemente diseminada, de esta época. Se desconoce el momento exacto de su edificación, aunque la primera vez que aparece mencionado en las fuentes escritas es en el “Ordenamiento” de Alfonso XI en 1344, sucediéndose a partir de esta fecha numerosas noticias que aluden a los nombramientos de sus alcaldes o a las reparaciones de su recinto. Probablemente los primeros pobladores de Cortegana vivieron “encastillados”, en los intramuros del recinto fortificado, para protegerse y guardar sus bienes de los ataques de los portugueses.
Parece anterior la construcción de la Ermita de Nuestra Señora de la Piedad, anexa al Castillo, como ejemplo de ermita de repoblación de mediados del siglo XIII, levantada como lugar de culto por los repobladores cristianos, gallegos y leoneses, que llegaron a estas tierras para paliar los vacíos poblacionales que sufría la zona.
Desde mediados del siglo XIV la relativa estabilidad de la zona determinó que la población se fuera desplazando hacia el valle, concentrándose en la proximidad de las fuentes, lo que supondría que las primeras casas se irían levantando en los alrededores de la “Fuente Vieja” y del “Chanza”, construyéndose en un punto intermedio entre los dos barrios la nueva Iglesia del Divino Salvador, que adquirió la condición de parroquia en detrimento de la del Castillo.
En la Edad Moderna, ya en el siglo XVI, Cortegana comienza a consolidarse como una villa de entidad en la comarca. Su urbanismo quedó estructurado en torno al camino que unía Cortegana con Aroche, formando un eje longitudinal desde el Castillo hasta la Ermita del Calvario, pasando por la Iglesia Parroquial del Divino Salvador y por la Ermita de San Sebastián.
En el siglo XVII, los enfrentamientos con Portugal supusieron un fuerte hostigamiento a la población. Aunque Cortegana no tuvo un papel decisivo en los acontecimientos bélicos, los asaltos a su núcleo urbano supusieron un grave peligro de despoblamiento, por ello el 14 de abril de 1658, su cabildo municipal pidió al monarca la exención de los impuestos, como incentivos para retener a sus vecinos, esto obligó al continuo alojamiento de tropas en Cortegana, cuyo castillo se situaba en la segunda línea defensiva contra el país vecino.
La estabilidad socioeconómica dependió de la explotación de los recursos agropecuarios y minero-metalúrgicos. Además, Cortegana se convirtió en uno de los principales centros productivos de derivados del cerdo (salazones de tocino, embutidos y jamones) que eran trasladados a Sevilla para embarcarlos hacía América, tanto para las necesidades de los viajes de ultramar como para abastecer a los incipientes mercados americanos. Aprovechando estos fletes hacía la ciudad hispalense se introdujeron partidas de hierro beneficiado de las minas serranas de Cortegana, que se reactivaron y explotaron como en tiempos romanos.
En el siglo XVIII, los hombres ilustres de Cortegana aparecen asociados a actividades en México de carácter religioso o de caridad, como Juan Vázquez de Terreros, Fray Alonso Giraldo de Terreros o Don Pedro Romero de Terreros, que además se dedicó a la explotación de minas y de haciendas, así como a actividades filantrópicas y de patrocinio. Se cree que fue uno de los hombres más ricos de su tiempo. Tanto a Juan Vázquez de Terreros, como a Pedro Romero de Terreros, en menor medida, se deben gran parte del magnífico Tesoro Parroquial que alberga la Parroquia del Divino Salvador de Cortegana. Son tan numerosos y de tanta calidad los ornamentos sagrados de plata indiana que enviaron, que el Tesoro Parroquial de Cortegana, está considerado por la Diócesis de Huelva, actualmente, como uno de los más importantes de toda la provincia.
La Edad Contemporánea supuso para Cortegana su periodo de mayor prosperidad, cuando a mediados del siglo XIX se instala en la villa una floreciente burguesía que consolida una importante industria corcho-taponera. En esta época, los tapones de corcho fabricados en Cortegana se exportan principalmente a Francia para el sellado de las botellas de los preciados caldos galos.
Este desarrollo económico supuso un cambio drástico en la estructura socio-económica de la población: primero, por la aparición de una nueva clase dirigente, basada en su poder económico, que copó los cargos públicos e instituciones; y segundo, por el desarrollo de una clase obrera especializada que sustituyó al campesinado. Este periodo de prosperidad también se vio reflejado en el casco urbano con la edificación de genuinas casas señoriales y dos Casinos de Sociedad, lugares estos últimos de socialización y reunión. Igualmente hubo un cambio en la estructura de la propiedad agraria pues los nuevos burgueses invirtieron gran parte de sus beneficios en tierras para controlar la materia prima de sus industrias.
Reseñar, además, la importante actividad artesanal, que empleaba numerosa mano de obra y daba lugar a relaciones comerciales con el exterior: corcho, alfarería, cerrajería y fabricación de romanas, molinos harineros y aceiteros, y más de 100 telares de lino y lana.
Los obreros se organizan en sindicatos, se alfabetizan, e incluso establecen un modelo propio de seguridad social. Con el tiempo, el nivel cultural de la población aumenta y esto da lugar a la creación de sociedades recreativas y de beneficencia.
La inauguración de la línea ferroviaria Zafra-Huelva en 1889 estimuló aún más la economía de Cortegana, incidiendo notablemente en el auge de la minería de San Telmo y Valdelamusa.
Durante el siglo XX los mataderos industriales desplazaron al corcho como motores de la economía local, ofreciendo jamones y chacinas de cerdo ibérico de gran calidad. La Guerra Civil y su consiguiente crisis de posguerra, debilitaron sensiblemente todo el desarrollo alcanzado, que nuevamente se vio afectado por las crisis sectoriales, que en el último tercio del siglo XX ocasionaron destacados perjuicios a las industrias y artesanías de Cortegana. Las explotaciones mineras se abandonan en los años 80 y principios de los 90.
En la actualidad, la economía de Cortegana se asienta en el sector industrial y de servicios, sin olvidar el agrícola. Su industria principal es la del sector cárnico, con importantes mataderos de cerdos y fábricas de chacinas y embutidos e industrias dedicadas a la salazón. También el sector turístico ha presentado un importante desarrollo en los últimos tiempos.
Y así es como la historia de Cortegana y sus tierras nos condujo al día de hoy y contribuyó a engrandecer su imagen y convertirla en el segundo municipio de mayor entidad de la Comarca.